el luto: ¿Cómo recobrar la paz después de perder a un ser querido?
Cuando experimentamos la pérdida de una persona o algo hacia lo que sentíamos un apego especial, nos entristecemos de tal manera que entramos en un período normal de dolor. Para procesar ese dolor que pareciera no terminar, las personas deben “elaborar su pérdida”, es decir, entrar en un proceso, paso por paso, para lograr la sanidad emocional.
¿POR QUÉ LA GENTE SE ACERCA TANTO A JESÚS ESPECIALMENTE CUANDO HAN PERDIDO TODA ESPERANZA?
¿POR QUÉ ASUMEN QUE ÉL TENDRÁ COMPASIÓN DE ELLOS EN SU DOLOR?
¿POR QUÉ LAMENTARÁ ÉL NUESTRA AGONÍA?
La respuesta es simple: Jesús no fue ajeno al dolor. El sufrió burlas y escarnio, menosprecio y azotes, lo criticaron y lo crucificaron. La Biblia dice:“Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente”. (1 Pedro 2:23)
Cuando vemos que alguien es insultado, escuchamos que se burlan de alguien, o cuando vemos sufrir a otro, sabemos que esa persona entiende el dolor porque lo está sintiendo. De la misma manera, cuando Jesús vivió en la tierra, sus seguidores vieron los insultos injustos que le profirieron…escucharon las ofensas injustas que le dijeron… vieron el sufrimiento injusto que le impusieron. Por tanto, ellos sabían que Él podía entender su dolor y que podía interesarse en sus sufrimientos.
SI CREES QUE NADIE SE PREOCUPA POR TU SUFRIMIENTO, ¡JESÚS SÍ!
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. (Hebreos 4:15-16)
CÓMO OBTENER CONSUELO
Nuestro Dios es el Dios de las segundas oportunidades. Lo que haya quedado en el pasado, Él puede usarlo para su gloria. Las tormentas de dolor nunca son un desperdicio. En los designios de Dios. El dolor hará de ti una mejor persona. El dolor te ayudará a crecer. Acude al Señor para toda consolación. Confía en la fortaleza que Cristo te da para tener el poder de reconstruir tu vida. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13)